Qué es y cómo usar la leche condensada sin lactosa
20/12/2018La intolerancia a la lactosa afecta entre un 19 y un 34% de la población española, aunque no todos los afectados están diagnosticados. Por eso la leche sin lactosa se ha ido haciendo un hueco en tiendas y supermercados. Detrás de la leche también ha llegado otro producto: la leche condensada sin lactosa.
La leche condensada no es más que leche, entera o desnatada, de la que se evapora parte del agua y se cocina con azúcar. La concentración de la leche y la caramelización del azúcar dan lugar a la textura y densidad tan características de la leche condensada. Como básicamente se evapora agua, la mayoría de los nutrientes de la leche permanecen, y con ellos la lactosa.
Hasta hace poco, no había leches condensadas sin lactosa en el mercado. Desde que está disponible, ya es posible encontrar algunas recetas de postres caseros con leche condensada sin lactosa con la Thermomix. También encontramos recetarios 100% sin lactosa con platos sin ningún ingrediente que la contenga.
Comprar leche condensada sin lactosa La Lechera es fácil ya que se encuentra en la mayoría de supermercados y grandes superficies. En el caso de la leche condensada La Lechera, además de sin lactosa, es desnatada por lo que contiene menos grasa y es más fácil de digerir.
¿Qué es la lactosa y por qué produce intolerancia?
La lactosa, presente en todas las leches animales en mayor o menor proporción, es un azúcar compuesto de glucosa y galactosa. La leche de vaca y oveja son las más ricas en lactosa, en cambio la de cabra es la que menos proporción tiene de este azúcar.
Para descomponer la lactosa y digerirla, el cuerpo necesita de una enzima, la lactasa. La lactasa se desarrolla a lo largo de los primeros meses de vida y se aloja en el intestino delgado. Si hay poca lactasa en el intestino, la lactosa no se absorbe y fermenta en su paso por el intestino grueso provocando molestias intestinales.
Alrededor de un 70% de la población mundial tiene déficit de lactasa, especialmente en Asia y África. En cambio, en los pueblos nórdicos la incidencia es muy menor. Esto se debe a que, con el clima tan duro y alejados del mar, su alimentación se basaba en lácteos y desarrollaron una mutación que les permitía no dejar de producir lactasa. En el resto de Europa, el porcentaje de intolerancia a la lactosa se estima entre un 20 y un 60% de la población, con más incidencia en la zona mediterránea.
La intolerancia a la lactosa no es un hecho reciente, ha afectado a buena parte de la población desde hace muchos siglos. Pero fue con la generalización del consumo de lácteos en todo el mundo que aparecieron los primeros casos y se documentó médicamente.
La intolerancia a la lactosa se manifiesta con diferentes síntomas. Los más habituales son dolor abdominal y flatulencias así como vómitos, náuseas y diarrea que se desatan con el consumo de leche animal.
La mejor forma de combatir la intolerancia es dejar de tomar leche y algunos lácteos o bien recurrir a la leche y derivados sin lactosa. En la mayoría de casos más leves, el yogur sí se tolera ya que los fermentos lácteos procesan parte de la lactosa.
La base de la leche condensada deslactosada es precisamente leche sin lactosa. Pero, ¿cómo se obtiene esta leche? El método más habitual consiste en añadir lactasa a la leche para que descomponga la lactosa y así no tener problemas para digerirla. Es decir, hace el mismo trabajo del intestino fuera del cuerpo.
La mayor característica organoléptica que notamos en la leche sin lactosa es que es más dulce. Con la división de la lactosa en glucosa y galactosa su poder endulzante pasa de 22, en el caso de la lactosa, a 78 por la suma de los dos componentes.
Por otro lado, quizás te preguntes por qué la leche condensada sin lactosa es de un color algo más oscuro que la leche condensada normal. Cuanto más tiempo haya pasado desde la fabricación hasta el consumo, más oscuro será el color, mientras que recién fabricada apenas hay diferencia con la leche condensada con lactosa.
aquí se usa de la misma forma que la leche condensada habitual. Por ejemplo en uno de los usos más populares de la leche condensada: el café. Con la leche condensada se añade leche y se endulza de una vez, creando un pequeño bombón de cafeína, y añadiendo solo 17 Kcal a tu café con leche y azúcar de siempre. Seguro que te lo puedes permitir.
Pero los usos de la leche condensada, y por tanto también de la leche condensada sin lactosa, son muchos más. La leche condensada es una buena base, junto con los huevos y un poco más de leche, del flan tradicional. En muchos postres es posible sustituir la leche o nata y el azúcar por leche condensada, aportando así melosidad y dulzor.
Ahora es posible hacer dulce de leche sin lactosa de forma fácil y casera. El dulce de leche es una leche condensada aún más caramelizada, hasta que se convierte en un almíbar de leche. Para conseguirlo de la forma más fácil, ponemos una lata de leche condensada sin lactosa sin abrir y sin la etiqueta dentro de una olla. En la base de la olla es recomendable poner un paño para que no se mueva la lata.
Después cubrimos del todo la lata con agua y ponemos al fuego. Cuando hierva, bajamos el fuego, tapamos la olla y dejamos cocinar lentamente durante 2 horas. Pasado este tiempo, retiramos la lata, la dejamos enfriar a temperatura ambiente y al abrirla tendremos un fantástico dulce de leche sin lactosa.
Con la irrupción en el mercado de la leche y los lácteos sin lactosa, no hay postre o preparación prohibida para la mayoría de los afectados por la intolerancia a la lactosa. Aunque no hay que confundir la intolerancia a la lactosa con la alergia a la proteína de vaca. La proteína de vaca es otro componente de la leche que nada tiene que ver con la lactosa. Las leches deslactosadas continúan manteniendo las proteínas íntegras, por lo que no son aptas para los alérgicos a la leche.